Una de tantas.

Empezamos abajo, bien, bien abajo. Y de pronto subimos, tan lentamente que cuando menos te lo esperas ya se te ha pasado media vida por delante, pero no te das cuenta... y continúas subiendo. Eso si, no nos olvidemos que todo lo que sube, baja. Que no os pueda la ambición, que no nos pueda la avaricia, que no te pueda la prepotencia, que no me pueda el bienestar. 

Todos queremos ser alguien, todos queremos triunfar y a todos nos gusta que se nos valore, pero para ello, lo primero es ser válido y demostrarlo. Y lo segundo, hacerlo con humildad. De lo contrario, alguien más fuerte que nosotros nos pisará. En cualquier parte del mundo hay un ser poderoso.

Cuando eras pequeño, tus papás; cuando te creías mayor, tus profesores; cuando eras mayor, tus jefes; y ahora que eres sabio, te vas. Eso si, en el camino hay muchas piedras, la gente con experiencia les llama obstáculos, yo sólo digo piedras, porque nunca encontré una suficientemente grande para asustarme. Ayer pasé de creerme mayor a serlo. 

Esta es una de tantas, una de esas reflexiones que hace un tiempo os dije que tenía. Sólo son ideas, la mayoría con sentido en mi cabeza. Os las escribo para no sentirme una loca.

FCC.