Parissiene

Volver a la rutina, al día a día, a la vida. Volver a empezar, otra vez, pero por última vez. Nada podría darme más energía que el viaje a Paris, no es un viaje cualquiera, es nuestro viaje y eso lo hace más especial. Ciudad de la luz, ciudad del amor, ciudad de la moda... o eso dicen. El reto es comprobarlo.

Recorriendo calles, paraguas y Longchamp en mano y calzando Hunter. Espero nos acompañe el tiempo y no tengamos que recurrir a ninguna prenda extraordinaria del tipo estola u orejeras. Dejo los dedos cruzados.

Por lo pronto, compraremos en Colette, haciendo gala del lifestyle parisino. Tomaremos té en Ladurée. Que Lafayette y Printemps nos abra sus puertas, mientras que Foubourg-Saint-Honoré haga esfuerzos extra para lucir sus mejores escaparates. Espero convertirnos en los "típicos turistas atraídos por Saint-Germain-des-prês". 

No me va a importar comer crêpes de Nutella de Au Petit Grec mientras veo la extraña combinación de gays y judíos que hay en Marais. Probaremos Foie Gras y puede que un poco de vino, por eso del prestigio internacional que les caracteriza y por fin, realizaré con un little black dress el gran encuentro: Maison Chanel, que todavía conserva las escaleras desde las cuales Coco solía agazaparse para observar el desarrollo de sus desfiles.

Quiero sentirme un poco gitana mientras investigo en Notre Dame si las gárgolas hablan; que la Mona Lisa no me pierda de vista en ningún momento;  flashear la plaza de los Vosgos y cenar por el Sena en el Capitaine Fracasse mientras nos ilumina la noche parisina.


Lo quiero así y lo quiero con él. Bonjour, mon amour.